martes, 30 de enero de 2018

Día 6: ¡A bucear en cenotes!


Hacía años que quería bucear en un cenote. Cuando fuimos a Cuba estuve buscando por todos lados si allá había, pero no. Así que en este viaje no iba a perder la oportunidad...


Hoy a las 8 nos pasó a buscar por el hotel, Héctor, mi guía de buceo. Pasamos a buscar el equipo y los tanques y llegamos, en menos de una hora al área natural del cenote Dos Ojos.
Mientras Caro y los chicos recorrían la jungla y hacían snorkel, yo arranqué con Héctor en el cenote Pit, bajando hasta los 28 metros. Es uno de los cenotes más profundos y se considera buceo de caverna. Porque si bien la entrada es bastante ancha, después nadamos por una gran formación que se crea hacia un costado, entre estalactitas y estalagmitas.
Después volvimos al Dos Ojos, propiamente, e hicimos los recorridos Barbie y Bat Cave, en este último, después de bucear por una cueva se accede a un gran espacio techado y con aire, donde anidan los murciélagos, impresionante.




Nos despedimos de Héctor, gran instructor de buceo, y almorzamos ahí mismo, soportando a un par de chicos que creían que lo que hacían en ese gran xilófono era genial.
Volvimos a eso de las 17 al departamento a descansar un poco para ir a cenar.
La idea era ir a un restaurante de comida japonesa que gerenciaba un amigo de Matías, Emiliano. Pero ni bien nos sentamos y empezamos a hablar con Emiliano, Francisco tuvo un ataque de dolor de estómago que aún hoy no sabemos qué fue (aunque sospechamos del agua del mismo cenote, que dicen que está contaminada, así que cuidado al nadar, para tratar de no tragar agua). No se podía mantener en pié, así que nos volvimos al hotel, compramos arroz y un remedio en el Wallmart y terminamos cenando en casa.

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