viernes, 2 de febrero de 2018
Día 3: Xcaret
Nos habían hablado mucho del parque Xcaret. Discutimos mucho si gastarnos la terrible torta que era la entrada para los cuatro, si valía la pena, si con almuerzo o sin almuerzo...
Al final no defraudó, ni un poquito.
Nos levantamos a las 8 y ya a las 9 estábamos entrando a Xcaret. Nos habían dicho que era enorme y que llegáramos temprano para evitar las aglomeraciones, sabio consejo.
También nos habían recomendado que visitáramos primero los ríos subterráneos, que son tres y que con suerte podríamos recorrer dos. Recorrimos los tres, son fantásticos, pero demoledores, porque no es que te lleva el agua, hay que nadarlos…
Primero dejamos todo en los lockers, nos pusimos los trajes de neoprén traídos especialmente para la ocasión, agarramos las patas y al agua. Y de ahí, ida nadando y vuelta a pie, tres veces.
Después recorrimos el zoológico, el aviario, el mariposario (que está realmente genial, la cancha de pelota (que no enganchamos el partido, pero que después veríamos en el show nocturno), la capilla, el cementerio (que hay que darle mucho, pero mucho más tiempo que los cinco minutos que nosotros le dedicamos) y el pueblo maya (donde tampoco pudimos ver el espectáculo, que parecía copado).
A las 18, y bastante molidos, nos sentamos en la primera fila del anfiteatro a esperar el show nocturno. Que tal vez dura un poquito demasiado, pero es un verdadero espectáculo internacional, donde cuentan toda la historia y la cultura de México y los mayas.
Volvimos al hotel acompañados por una leve llovizna y cuando llegamos, se largó terrible tormenta.
Cabe señalar, a esta altura, que antes de llegar a México, el pronóstico meteorológico era fatal, anunciando lluvias y rayos durante toda la semana.
Cuando escampó, fuimos con Caro al Wallmart que estaba literalmente en la esquina del hotel para aprovisionarnos para la cena y el desayuno.
Cenamos en el departamento y tuvimos un pequeño accidente en el baño de los chicos. Muy monono, la gente de decoración del hotel puso, en los baños, estantes de vidrio. Todo bien si no se oxidan los soportes y no se hacen trizas contra el piso. Nadie lastimado, afortunadamente.
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